Elizondo, pueblo de palacios y centro del Valle de Baztán Pueblos

Pasear por Elizondo es sentirse en una especie de Suiza dentro de Navarra. Capital y centró neurálgico del Valle de Baztán, este pueblo de poco más de 3.000 habitantes sorprende por su belleza, con sus bonitas casas de piedra, presididas por imponentes escudos de las familias de antiguos hidalgos de la zona.

Muchos de esos palacios o caseríos, adornados de flores, se sitúan en las dos calles principales, Jaime Urrutia o antigua Calle Mayor, y Braulio Iriarte, o antigua calle Eguzkialde (Calle del Sol). A ambas calles las separa el río Baztán o Bidasoa, pero las une también el puente Muniartea, desde donde se puede observar la fuerza del agua de la presa de Txokoto. Paralela a ellas dos, hay una tercera, con menos palacios que las dos principales, pero también con muchas casas antiguas, la Calle Santiago, donde se encuentra la iglesia principal del pueblo, construida a principios del siglo XIX, tras las inundaciones que sufrió la localidad en 1913.

Esa calle Santiago, con la imponente iglesia del mismo nombre y sus dos torres barrocas, es lo primero que vemos tras llegar en coche desde Irurita, otro pequeño y bello pueblo de los quince que forman el Valle Baztán, esta zona vascófona de Navarra, pegada a la frontera francesa.

En la calle Santiago se encuentran los palacetes más modernos, de indianos, que emigraron a América en el siglo XIX y regresaron al Pirineo Occidental navarro, con una bondad económica que les permitió construir bonitos edificios, como la casa Paularena, o de los Americanos.


Casa Manuelenea

Pero donde empiezan a aparecer las casas más antiguas de este Tirol navarro es en la calle Jaime Urrutia. El punto de partida puede ser la Plaza de los Fueros, donde se juntan dos bonitos edificios, la Casa Consistorial, construida entre 1696 y 1698, y el Palacio de Arizkunenea, o de las Gobernadoras, de 1730, actual Casa de la Cultura de la localidad, ambos palacetes de estilo barroco.

En el Ayuntamiento se reúne la Junta General de Baztán, institución de origen medieval, que gobierna todo este valle, no muy lejano de Zugarramurdi, tierra de brujas y akelarres. En una esquina de la Casa Consistorial se encuentra una piedra, que se utilizaba en el juego 'Laxoa', la modalidad de pelota vasca más antigua.


Plaza Fueros del Ayuntamiento

Tras dejar atrás la Casa Consistorial y el Palacio de Arizkunenea, empieza un recorrido por la calle Jaime Urrutia en el que se suceden los palacetes, construidos entre los siglos XV y XVIII, como Arozarena, Poskonea, Istekonea, Apezenea, Seroraenea u Ospitalenea, antiguo hospital medieval que daba albergue a los peregrinos del Camino de Santiago, así como las arcadas donde se desarrollaba el mercado local. Tras una sucesión de casas nobles, adornadas con sus escudos, cruzamos el río Baztán para acceder a la Calle Braulio Iriarte, el otro museo al aire libre de casas medievales, siendo Antixitonea, con un pequeño frontón de pelota vasca en su interior, y Errotazarrarena unas de las primeras que nos encontramos.


Plaza del mercado

Adentrándonos en esa calle, nos encontramos la Casa Puriosenea, del siglo XV, que se ha convertido en sede del Museo Etnográfico de Baztán, un pequeño museo en una de las casas más antiguas del pueblo, que recoge las costumbres y tradiciones de estas tierras de los Pirineos Occidentales de Navarra, a través de objetos, fotografías y proyecciones. El museo también recoge las obras del ilustre artista pamplonés Javier Ciga, el pintor navarro que mejor supo reflejar la realidad del valle de Baztán de la primera mitad del siglo XX.

También tiene un hueco en el museo, el escultor guipuzcoano Jorge de Oteiza, muy unido a Navarra, que demostró el cariño que sentía hacia Elizondo donando al museo su escultura “Maternidad”, que se expone en el jardín situado frente al edificio. Esa generosidad fue correspondida por el pueblo baztanés, dando al museo el nombre el ilustre escultor vasco.

El origen de la importancia y belleza de Elizondo hay que buscarlo en el año 1397, cuando el rey Carlos III de Navarra reconocía la hidalguía de sus vecinos, que se ve reflejada es esas casas palaciegas con edificios monumentales que van del gótico tardío al renacimiento y barroco.

Elizondo es el símbolo del Valle de Baztán, pero el precioso pueblo navarro es solo la muestra más conocida de un lugar lleno de rincones atractivos, una tierra impregnada por la cultura vasconavarra, adornada de bosques, ríos y bellos caseríos.


Presa Nacedero

 

Por José Checa

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