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Torija. Iglesia de la Asunción
La Alcarria de Camilo José Cela en el siglo XXI Cultura y Sociedad
En un caluroso mes de junio de 1946, un joven escritor con tres obras publicadas, “La familia de Pascual Duarte” (1942), “Pabellón de reposo” (1943) y “Esas nubes que pasan” (1945), quiso recorrer unas tierras ásperas, en una España sometida a una brutal dictadura, viviendo una durísima postguerra de represión y hambre. Ese joven escritor, Camilo José Cela, que se había ofrecido para ejercer de censor en el nuevo régimen, quería perderse, quizá extraviarse por distintos pueblos y ciudades de La Alcarria, una comarca deprimida y despoblada que, siglos atrás, tuvo sus periodos de esplendor en ciudades como Brihuega, Cifuentes y, especialmente, Pastrana.
¿Por qué eligió Camilo José Cela La Alcarria y no otra parte de España? No se sabe con certeza. Quizá la razón del viaje estuvo en la cercanía a Madrid.
El escritor, que tenía entonces 30 años, planeó el viaje a La Alcarria en Madrid, aunque no pudo planear los encuentros que el azar puso en su camino. En las 10 jornadas que necesitó para completar el recorrido, iniciado en Taracena –excluimos el trayecto en tren hasta Guadalajara–, a una media de 20 kilómetros diarios, Camilo José Cela se coincidió con toda suerte de personas, conformando en sus apuntes todo un catálogo de personajes de su época. El viaje a La Alcarria recuerda, en su estructura, a la Ruta del Quijote, de Azorín, salvando el tiempo y los estilos; aunque se advierten en Cela algunos excesos, a la manera del pintor Gutiérrez Solana, ocasionalmente escritor.
TORIJA
Desde Taracena, Camilo José Cela caminó hasta Torija, pueblo situado en el camino natural hacia Aragón: el pueblo fue uno de los escenarios de la Batalla de Guadalajara, en marzo de 1937. El joven escritor gallego apenas hizo mención a tan importante enfrentamiento bélico: el censor –él era censor– lo hubiera eliminado del texto. En esta zona de La Alcarria, las tropas italianas que apoyaban militarmente a los sediciosos de Franco, fueron derrotadas por fuerzas de la República, al mando del general Líster, apoyadas por Brigadas Internacionales, comandadas por Hans Kahle.
Torija es hoy un pequeño y tranquilo pueblo, acunado en la N-II, también A-2. Tienen un bonito castillo, reconstruido: durante la guerra de independencia, el castillo fue refugio del guerrillero Juan Martin, “El Empecinado”. Antes de abandonarlo, ordenaría volarlo para que no pudiera ser utilizado por los franceses.
Puerta de la Cadena, uno de los accesos a la histórica ciudad de Brihuega
BRIHUEGA
Desde Torija, Camilo José Cela se desplazó hasta Brihuega, población que tiene un agitado pasado bélico: en 1710 fue asaltada por tropas de Felipe V, en la Guerra de Sucesión; fue centro de operaciones del general francés Joseph Hugo, padre del escritor Víctor Hugo, en sus operaciones contra Juan Martín “El Empecinado”, que era toda una pesadilla para las tropas de Napoleón; y fue otro de los escenarios de la Batalla de Guadalajara.
Cela toca de refilón la guerra civil española y escribe: “Las gentes de Brihuega hablan de un antes y un después de la aviación…”. Y pone en boca de un lugareño:
– Aquí fue donde empezaron a correr los italianos, ¿no sabe usted?
Quien no conozca la guerra de España, no sabe de qué están hablando. Sorprende esta referencia de Cela a la cobardía e inutilidad de las tropas italianas, que ayudaban a Franco en su “cruzada” contra la libertad y la democracia. Cela; sorprende en un escritor, afecto a la dictadura.
– Parece hermoso el pueblo –dice el viajero–.
– No es malo. Cuando había que verlo era antes de la aviación.
En la actualidad Brihuega es un pueblo tranquilo, donde viven la vida sin estridencias. Una parte de su economía está en la Agricultura de secano y en el turismo. Se puede disfrutar de la naturaleza y sus paisajes: tienen bosques de encinas y quejigales. En los fértiles valles bañados por el río Tajuña hay toda una sucesión de pequeñas huertas. Los visitantes no pueden dejar de ver el castillo de la Piedra Bermeja, el Arco de Cozagón, el Arco de la Guía, la Puerta de la Cadena, la Puerta medieval de Santa María…
Cifuentes. Convento de san Blas
CIFUENTES
Entre Brihuega y Cifuentes hay un buen trecho: 30 kilómetros. Cela describe distintos encuentros con personajes, que van o vienen, lugareños o forasteros. Cifuentes, en el centro de la provincia de Guadalajara, cuna de la princesa de Éboli, tuvo un pasado esplendoroso, un papel importante en el Concejo de la Mesta. En el siglo XIV el infante don Juan Manuel compró el señorío de Cifuentes a su prima, doña Blanca, ordenando construir un castillo, en un cerro al sureste de la villa: al pie de la fortaleza nace el río Cifuentes, que desemboca en el Tajo.

Puente sobre el río Tajo, de origen medieval, en Trillo
TRILLO
Desde Cifuentes, Camilo José Cela caminó hasta Trillo, deteniéndose en Gárgoles de Abajo. En 1946 Trillo era un pueblo agrícola: producía patatas, hortalizas, leguminosas, vino, aceite… trabajaban con mulas y burros. Explotaban unas canteras de yeso.
La economía de Trillo cambió cuando en su término se construyó una central nuclear, en el “Cerrillo Alto”, junto al río Tajo. Las obras se iniciaron en 1975 y su acoplamiento a la red se produjo el 23 de mayo de 1988. Fue la última central nuclear en entrar en funcionamiento en España. El edificio de la central nuclear impone: dos altas torres cilíndricas, estrechadas en su parte central, definen un tipo de construcciones rechazadas por su peligrosidad contaminante, o defendidas por todos aquellos a los que ha permitido mejores condiciones de vida, corra riesgo o no su salud.
En la zona de Trillo, al salir por el paraje llamado “La fuente de la Calinda”, Cela se fijaría en las “Tetas de Viana”, en la pedanía de Viana de Mondéjar, dos muelas de tierra caliza erosionadas por ramblas que surgen en su alrededor por los ríos Tajos y de la solana.
BUDIA
Los pasos de Cela le llevarían hasta Durón y Budia. El pueblo de Budia será importante en el viaje a La Alcarria: Camilo José Cela acabará encarcelado, sin que hasta la fecha los motivos estén claros. El escritor llegó a Budia el 9 de junio de 1946. En su libro escribió: “Su plaza parece la de un pueblo moro…”. Y poco más. Pero sabemos que tuvo algún incidente con los budianos, que fue mal recibido y que acabó detenido por la Guardia Civil y encerrado en un calabozo. Años más tarde Cela declararía: “El alcalde Budia, que era un animal, me metió en la cárcel. Cuando abandoné la mazmorra, me fui a despedir del gobernador […] Me dijo que si yo quería le daba el cese a aquel hombre, pero que no le gustaría hacerlo porque era el menos burro del pueblo”.
Budia es una pequeña población de 214 habitantes (censo del 2014). Se levantó en cuesta, sobre varios barrancos surtido de fuentes naturales, entre la llanura elevada de La Alcarria y el valle del río Tajo, embalsado por las presas de Entrepeñas y Buendía. Antaño tuvo tenerías y cordobanes, un hospital y el convento de Carmelitas de Nuestra Señora de la Concepción, actualmente en ruinas.

Las "Tetas de Viana"
SACEDÓN
En aquellos años de la postguerra española, años grises, de plomo, en las carreteras no había cartelones publicitarios, ni el Toro de Osborne era uno de los máximos iconos hispanos. Siguiendo los caminos de Pareja y Casasana, Camilo José Cela llegaría a Sacedón, en La Alcarria Baja.
En el año en que Cela estuvo en Sacedón, el pueblo vivía de la agricultura de regadío y de secano y de las colmenas. El Embalse de Entrepeñas no existía: se inauguró en 1956, en plena fiebre franquista por hacer pantanos. En las riberas del embalse están los pueblos de Auñón, Durón, Pareja y Sacedón. Las aguas de los embalses de Entrepeñas y Buendía abastecen de agua el trasvase Tajo-Segura, para llevar agua a Murcia: la región mediterránea necesita mucha agua para sus muchos campos de golf y sus huertas. Es una forma de vestir a un santo, desvistiendo a otro, impidiendo el correcto desarrollo de esta parte de Castilla-La Mancha.
Escribe Cela sobre Sacedón: “… está rodeado de campos de trigo verde y lozano, parece un pueblo importante y muy industrioso. El caserío se extiende bastante y la torre de la iglesia destaca airosa sobre todo él”.
Y líneas después añade:
“El viajero se sienta en un poyo de la plaza, dando la espalda a la posada donde después dormirá, a descansar un rato al fresco y a hablar con Felipe el Sastre.
– ¡Aquí sí que hay riqueza!
– Sí, eso parece.
– Vaya si la hay! En Sacedón no es como en otros pueblos; aquí, quien más quien menos, todos se van a dormir con la panza llena”.
Sorprende también esta referencia al hambre, a los estómagos vacíos. En la España de la inmediata postguerra civil, el hambre era una constante, mucho más tras la derrota de la Alemania nazi en la segunda guerra mundial. La dictadura tuvo que hacer frente a los pagos de los que le financiaron la guerra, a cambio de una hambruna que llegaría hasta el año de 1941.
El municipio tiene una población de 1716 habitantes (INE 2014), en los núcleos de población dentro del término municipal. La emigración procedente de los países de la Europa del este, como Rumanía o Bulgaria, ha aumentado la población en los últimos años. En todo caso, Sacedón, en esta segunda década del siglo XXI, tiene mucho que ofrecer a los turistas, al margen de la miel de La Alcarria. En la parte histórica de la ciudad está la iglesia parroquial, del siglo XVI; la ermita de la santa cara de Dios, situada en el centro del pueblo, con una extraña leyenda sobre un extraño apuñalamiento del rostro de Jesús, el monasterio cisterciense de Monsalud…

Vista de Zorita
TENDILLA – PASTRANA – ZORITA DE LOS CANES
El último tramo del Viaje a La Alcarria pasa por Tendilla, Pastrana y una excursión a Zorita de los Canes. Cela sale de Sacedón en autobús, hasta el empalme de Tendilla. En aquellas fechas estaban construyendo los pantanos de la zona. Pasa por Auñón y Albóndiga: “Es un pueblo de adobes, colgado sobre el río Arles, que baja desde el pico Berninches, en la sierra que hay detrás de El Olivar”.
Cela, que deberá esperar unas horas al autobús que debe llevarle a Pastrana, se queda en Tendilla: Es un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo lo largo de la carretera. En este pueblo es donde tiene un olivar el escritor don Pío Baroja para poder tener aceite todo el año”. Cuando sube al autobús Camilo José Cela escribe:
“El coche de línea tiró por la carretera de Fuentelviejo […] es un pueblo pequeño y típico, muy bonito”. Siguen hacia Hueva: “tiene la torre de la iglesia inclinada, como la de Pisa”.
Llegará a Pastrana de noche. En la Plaza, Camilo José Cela coincidirá con el alcalde, también administrador del conde de Romanones. Al día siguiente recorrerá el pueblo, acompañado por el alcalde, don Mónico. Y su primer teniente de alcalde (Ver PASTRANA, páginas 36 y 37 de éste mismo número).
Acompañado por el alcalde, Cela hará una excursión a Zorita de los Canes: “La excursión es breve y deleitosa […] Zorita está situada en una curva del Tajo, al lado de los inútiles pilares de un puente que nunca se construyó, rodeado de campos de cáñamo y echada a la sombra de las ruinas de un castillo […] en su ladera por la parte de atrás, dos pastorcillos guardan un rebaño de cabras […] Los habitantes de Zorita son de raza rubia, como los alemanes o los ingleses…”. Cela, en su libro, recordó que León Felipe estuvo de boticario en este pueblo.
Hoy Zorita de los Canes, con 72 habitantes, es una pequeña población, en las estribaciones de la Sierra de Altomira. Se localiza en la orilla izquierda del río Tajo, bajo una alcazaba sarracena, de tiempos del emir Mohamed I. En el siglo XII fue dada a la orden de Calatrava para que defendiera el paso del río de las incursiones almohades. La fortaleza está en ruinas.
A los pies de la villa discurre el río Tajo, que marcha hacia la ciudad visigoda de Recópolis, fundada por Leovigildo en el 578. Las ruinas están dentro del término municipal. En el siglo XVI, una gran avenida del Tajo se llevó por delante el puente de piedra: los restos todavía se ven, cerca de las puertas de la muralla. En la torre del pontazgo se ha habilitado un restaurante con bellas panorámicas.
En 1968, a 3 kilómetros de Zorita, se inauguró la central nuclear José Cabrera, la primera de España. Se clausuró en el año 2006. Después de regresar de Zorita de los Canes, el Viaje a La Alcarria termina en Pastrana. Escribe Camilo José Cela: “Don Mónico, don Paco y el viajero se meten en el casino a tomarse un vermut y unas aceitunas con tripa de anchoas”.
Gabriel Argumánez
Fotos: Pablo T. Guerrero
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